jueves, 5 de marzo de 2009

"Si no hubiese tanto prejuicio llevaría el 'hiyab"



MARÍA JOSÉ LÓPEZ DÍAZ 05/03/2009

Cada vez que iniciaba un curso en el colegio le daba "un poco de cosa" oír al profesor pronunciar por primera vez su nombre, que significa sonrisa en árabe. Pero al final todos le llaman Ibi. "O sea que no hay problema", dice. Ibi es el diminutivo de Ibtissame Bouazzaoui, que tiene 17 años y es Premio Extraordinario de Bachillerato del curso 2007-2008 en la provincia de Almería. Sólo para optar a él es imprescindible tener de media un 9 en Primero y Segundo de Bachillerato. La suya era de 9,73.

La joven, Premio Extraordinario de Bachillerato, estudia mucho y nunca sale
Ibtissame llegó a España procedente de Berkane (Marruecos) con su madre. Tenía dos años y medio.
-Entonces su padre vino primero y allanó el camino...
-Sí, él llegó en 1990 pero con contrato, dos meses después de nacer yo. Trabajaba en los invernaderos. Le dieron los papeles y a los dos años solicitó la reagrupación familiar.
Ibi, estudiante de Ciencias Empresariales en la Universidad de Almería, habla a la perfección el árabe -"me comunico así con mi familia"-, domina el bereber, posee el título de Francés de la Escuela Oficial de Idiomas y quiere sacarse el de inglés.
"Sí, era la empollona de clase. Pero es que me gusta estudiar. Es una afición que tengo. Muchas veces mi madre ha llegado a decirme que me iba a quemar los libros", admite. ¿Pero existen trucos, métodos o algún elixir mágico para adquirir esa capacidad? "Estoy siempre muy atenta en clase. Nunca he estudiado el día antes de un examen. Al llegar a casa repaso lo que he visto ese día. Y, mientras el profesor explica, leo el libro de texto y anoto cosas que dice en los márgenes".
Su éxito es, en parte, un logro de la comunidad educativa almeriense que compensa años de adaptación y acogida al alumnado inmigrante. El equipo directivo del Murgi, el instituto donde estudió, supo convencer a sus padres para que la "dejaran" completar sus estudios en la Universidad. "Tuvimos que ir a recogerla para la cena de fin de curso y luego llevarla a su casa", interrumpe el director del centro, Joaquín Pérez, que aparece en la cafetería y se sienta a la mesa con una tostada de jamón y queso mientras dice: "Lo que siento es que te lo tengas que perder, Ibi", en referencia a su tostada. Ibtissame Bouazzaoui nunca ha probado la carne de cerdo.
La madre de la joven trabajó durante toda su infancia como envasadora de hortalizas en uno de los centenares de almacenes esparcidos por el Poniente almeriense. Los turnos de trabajo forzaban a la familia a demandar el servicio escolar de comedor. Por eso le gusta la comida española tanto como la árabe.
Ibtissame, musulmana por convicción, forma parte de una generación puente que aún vive el choque cultural. En su país natal se siente "extraña", como una "extranjera que va de vacaciones", y en España tampoco pasa desapercibida. La joven cumple con el Ramadán todos los años. "Me dicen que la religión islámica es muy machista. Al haber leído el Corán, lo comprendo. Renuncié a llevar el hiyab por mi bien. Si no hubiese ese prejuicio lo llevaría. En un futuro me lo pondré, yo lo veo obligatorio. Pero imagínate que no me dan trabajo por llevarlo puesto y todo lo que estoy estudiando no me sirve de nada...".
Bouazzaoui es una ilustrada, pero nunca ha ido a "ningún sitio" fuera de casa y del horario escolar. Lo tiene "prohibido".